Sargacerías: Enamorada

septiembre 25, 2018
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Arturo Mendoza Mociño
Luis Lagunas tiene la edad de Cristo, 33 años, y como buen católico, de piadoso hueso y frecuente lectura de la poesía mística de San Juan de la Cruz, estudió en la Universidad La Salle ese arte que ayuda a que los criminales parezcan hombres y mujeres honorables y la justicia se retuerza, se estire, se desvanezca o, “Voilá!”, aparezca y exima a cualquier acusado de todas las penas que le hayan asestado.
En efecto, Lagunas es abogado penalista y conoció a Elba Esther Gordillo desde que la lideresa sindical cayó en desgracia política por desafiar al Presidente Enrique Peña Nieto y oponerse, muy a su manera, a la Reforma Educativa.
Al nacido en Chilapa, Guerrero, se le relaciona sentimentalmente con Gordillo, sostiene el diario “El Universal” en un perfil reciente de este abogado que, si bien es afortunado en el amor y en los tribunales, en las pasadas elecciones federales no ganó a pesar de haber sido postulado por la aplanadora Coalición Juntos Haremos Historia y de tener sus arrumacos con la presa política más célebre del sexenio. Eso sí, no se le puede acusar de “lenteja” a Lagunas, porque no faltan imágenes en sus redes sociales con el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, el Gobernador electo de Morelos Cuauhtémoc Blanco y el diputado Sergio Mayer. Está en sintonía con los tiempos. Donde pone el ojo, toma la “selfie”. O “macanea” como pocos, usando ya la nueva jerga de “chacota” política.
“La maestra”, como también se le conoce a la nieta de Rubén Morales Trujillo, nacida en Comitán, Chiapas, el 6 de febrero de 1945, tiene 73 añitos. Por eso y más aún cantan las aves de la selva lacandona, fluyen las cascadas con su música líquida, las marimbas replican una famosa canción. ¡73 y 33 cantaría José José si tuviera que agasajarlos!
La hija de Estela Morales Ochoa y Daniel Gordillo Pintó se ha enamorado más de una vez, cuenta uno de sus incómodos biógrafos, José Martínez Mendoza, autor de “La maestra. Vida y hechos de Elba Esther Gordillo” (Océano, 2003). Como aquel 23 de abril de 1989 cuando desplazó a Carlos Jonguitud Barrios en la cúspide del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación. Claro, hay de amores a amores.
Que quede claro. Gordillo no se sometió a ninguna cirugía plástica durante o poco después de su ex carcelación porque la pasión amorosa hace resplandecer de otra manera a cualquiera que arda en la llama doble, tal y como propuso Octavio Paz en un libro que, atávicas desgracias quintanarroenses, no se puede leer aquí porque no hay bibliotecas públicas suficientes y las que existen están cerradas por años sin que nadie se inmute como ocurre con Biblioteca Pública Central Estatal Lic. Javier Rojo Gómez, o bien, en un innegable arranque de barbarie política varios titulares del ramo, como Jacqueline Estrada Peña, directora del Instituto de la Cultura y las Artes, pretenden cerrar la Casa del Escritor de Bacalar para venderla al mejor postor cuando a este jovencísimo estado le hacen faltan más escritores, historiadores, cronistas, cineastas, artistas plásticos, músicos, para registrar el crecimiento de vértigo de la región gracias a “los cueros de rana”, como llaman “los narcosinaloenses” a los dólares.
Si ya Francisco Martín Moreno contó en la antología “Arrebatos carnales” (Planeta, 2009) los amores lésbicos de Sor Juana Inés de la Cruz y cómo José María Morelos, perdidamente enamorado de Francisca Ortiz durante once largos años, se pelea a machetazos por ella para terminar siendo rechazado por ella, no se debe olvidar que el entorno erótico y romántico del diamante del Caribe mexicano se ha replicado en varias parejas políticas con alcaldesas hiper intensas, gobernadores golondrinos en eternas lunas de miel, traviesos cachorros que se comen el mundo a dentelladas. En suma, un abanico de todas las pasiones humanas que despierta el elusivo amor, el fuete del deseo y la hiel de los celos en los no correspondidos.
En Tulum, en una playita libre de sargazo, donde las sirenas nórdicas retozan de amor y de sueños confirmados, se espera ya el arribo en cualquier momento de Elba Esther Gordillo para que viva, como tantos por aquí, la más hermosa historia de amor. Libre de toda culpa, libre del qué dirán, libre y en la edad precisa. Bienvenida sea.

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