Lo que hace Yucatan al Minuto no es mal periodismo, es acoso, chantaje y berrinche

septiembre 16, 2017
por

 

Luis Roberto Castrillón
Cuando el acoso y el abuso se confunden con Periodismo: una vergonzosa cobertura de un caso de suicidio
AYER · PÚBLICO
Yucatán al Minuto, un sitio web de Mérida, Yucatán, acusa a una familia de ser violenta porque sus integrantes no aceptaron ser entrevistados… la familia de una menor de ocho años que dos días antes había cometido suicidio.
Yucatán al Minuto cree que el acoso es Periodismo.
Yucatán al Minuto cree que la negativa de una familia hundida en la tragedia es una forma de violentar el quehacer periodístico, cuando los que violentan el ejercicio son ellos, quienes integran el medio.
Trasgrede la intimidad familiar, especula, juega al chisme, viola leyes, códigos éticos y deontológicos, abusa emocionalmente y se dice ofendido y violentado. El sitio web actúa como un niño caprichoso y berrinchudo: si no me das lo que quiero, entonces armo un escándalo de quejas.
Yucatán al Minuto presenta una exhibición vergonzosa de la fantasía que enuncia “soy periodista y merezco toda información”; expone su incapacidad de comprender los límites del derecho a la información y a la libertad de expresión.
Quizá más bien es sólo la desfachatez de empoderarse a través del chantaje emocional. Atreverse a afirmar que, igual que la niña que se suicidó, ellos también se van y se alejan de la familia a la que, sin prueba alguna, acusan de violenta.
El acoso disfrazado de Periodismo
Yucatán al Minuto publicó el 14 de septiembre pasado un video en su portal en Internet, en el que intenta infructuosamente entrevistar a una familia que apenas inicia el duelo por la pérdida de una hija de ocho años que decidió suicidarse.
La reportera, por decisión propia o instruida por el editor o jefe de información del sitio, se presenta ante el domicilio de la familia de una comunidad de Mérida, Yucatán, llamada Komchen -no daré más datos para no violar el Protocolo sobre manejo de información sobre suicidios en medios de comunicación de la Organización Mundial de la Salud.
La familia, como podría esperarse, se niega. La reportera y camarógrafo insisten. Meten micrófono y cámara entre las rejas. Un integrante de la familia sale, claro, con la mano por delante para tapar la cámara, defendiendo su intimidad. La reportera y el camarógrafo, lejos de comprender, persisten, fuerzan, se entercan.
Como la “nota” no salió, acusan a la familia de ser violenta. Con apenas 48 horas del suicidio de la menor, ya aseguran -no hay un sólo perito especializado que avale el dicho- que podría haber decidido suicidarse “harta” de los pleitos de sus padres.
Cierto, en el video puede escucharse cuando los familiares de la niña advierten a la reportera y al camarógrafo que si insisten en acosarlos, o si no borran lo que ya grabaron sin-su-con-sen-ti-mi-en-to, romperán la cámara.
Esto es relevante: el equipo de Yucatán al Minuto grabó, editó y publicó imágenes de víctimas de una tragedia sin su permiso.
El medio no sólo viola toda ética y abusa del dolor ajeno para lograr miles de reproducciones del video. Además menciona a lo largo del mismo el nombre de pila de la menor. Lo repite una y otra vez.
Como si eso no fuera suficiente, se compara con la niña, se atreve a señalarse como víctima de la familia, al tiempo que responsabiliza y acusa a los padres de la menor de ser responsables del suicidio. Suficiente para enfrentar una demanda judicial por una acusación publicada sin fundamentos:
“Y así como (…*) huyó, nosotros también huímos de esta familia que amenazó con agredirnos y decomisar nuestro equipo. Nos vamos como (…*) también se ha ido”.
No. Lo que Yucatán al Minuto hizo no es “mal periodismo”. Se trata más bien de una forma pública de acoso, chantaje, violencia verbal, abuso sobre derechos humanos, violación de leyes y falta total de una visión ética y humanística ante la tragedia de una familia.
#ElEditordelaSemana
*En el paréntesis se omite el nombre de la menor que Yucatán al Minuto usa explícitamente.

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