¡A CASA!

junio 10, 2020
por

Niicolás Lizama
La noticia revolucionó ese pequeño cuarto de no más de 16 metros cuadrados, en los que hay que ser muy hábil para esquivar algunos obstáculos y no tropezar a la hora de moverse.
De pronto, como suelen arribar las buenas noticias, llegó esa información anhelada durante mucho tiempo.
Eran las 8:45 de la mañana, la hora del desayuno, cuando sonó el teléfono.
Ahí, en la mesa, se quedaron los frijoles -el platillo favorito- y demás complementos culinarios que en esos momentos Mario engullía en solitario.
Emocionado hasta el tuétano, pegó algunos saltitos como potrillo recién nacido y le dio varias vueltas a lo que fue su hogar durante algunos meses.
Se le zafó una pantufla, incluso, mientras iba y venía con el teléfono al oído informando a sus familiares y gente más cercana.
Sorbió un largo trago de agua porque sentía que se sofocaba.
Estaba feliz.
Había un cúmulo de emociones en su rostro.
Y cómo no estar en shock, si en pocos minutos comenzaría a empacar sus “chivas” para retornar al refugio de donde estuvo ausente más de 21 años.
La noticia fue clara y concisa:”prepárate, te vas a casa”.
Era Julio Scherer, Consejero Jurídico de la Presidencia.
El Ingeniero, no tiene gran cosa en la habitación que ocupa.
La verdad, es que apenas cabe lo indispensable para la sobrevivencia.
Una mesa, cuatro sillas, un pequeño refrigerador, utensilios de ejercicios físicos, un sillón y una cama.
Además, abundan hojas, lápices y lapiceros, así como diversos manuscritos, que ocupan espacio en la mesa, rivalizando con los dos platos de comida.
Mario, sabe bien aquello de que todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar.
Lleva varios años lidiando con los breves espacios para adecuar la despensa, el vestuario, los accesorios de aseo, la imagen de San Judas Tadeo -que siempre ocupa un espacio relevante- y todo lo demás que una persona en esas condiciones requiere para que el ánimo no se apachurre tanto.
Es cuestión de horas para que Mario esté oliendo el incomparable olor a campo, a la libertad, pues, en “El Mostrenco”.
Por fin, su máxima aspiración -por el momento- está a punto de cristalizarse.

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