Desde mi cueva.
Por Teresa Pérez Reyes
Desde su casa la periodista Teresa Pérez Reyes explica paso a paso su drama con el Covid-19
CDMX.- Día 8 desde que tuve contacto con un funcionario público a nivel federal que dio positivo con covid 19 y a quien el sábado pasado el gobierno diera un espacio para anunciar su caso durante la conferencia vespertina.
Ahora soy el número COVID-200424-228188 al que las autoridades del gobierno de la ciudad mantiene en seguimiento.
Por cierto, hoy me llamaron para saber cómo seguía, me preguntaron mis datos personales, si mantenía los mismos síntomas del reporte anterior y me preguntaron si podía respirar o si me dolía el pecho o espalda.
Al decir que no tenía esos síntomas graves, la recomendación puntual ¡quédese en casa, aislada durante 14 días!, claro, con la opción para llamarles si presento algún síntoma que comprometa mi vida.
Lo más paradójico de esto es, que sin estar en funciones de reportera de algun medio, me tocó estar en la lista de quienes estuvieron en contacto directo con él.
Les cuento. El lunes 20 de abril, le visitamos como la imagen de enlace de comunicación de INEGI para reconocer el apoyo interinstitucional en la difusión del censo de población y vivienda 2020 y entregar un reconocimiento. Así como a este funcionario visitamos a varios en días anteriores y un día después a dicha visita.
Si me preguntan si era indispensable hacer ese tipo de visitas personales, les diré que no, no era esencial, si ponemos atención a la declaratoria sanitaria en la que el apartado 6 suspendía toda actividad de campo, pero la orden se acata y punto.
Desde el 14 de abril en la transicion de fase 2 a la 3, la actividad de mi área seguía normal, era obligatorio entregar personalmente los reconocimientos conforme a lo programado ? y solo hasta que el niño se ahogó, dieron el banderazo para la actividad en casa (miércoles 23 de abril) y claro, enviar por correo los reconocimientos que no entregamos. ?
La actividad de home office sigue obligatoria. Ayer nos pidieron que enumeráramos cada una de las actividades de todo el mes de abril, hasta ahí normal, pero al llegar a la columna que solicitaba si durante nuestra visita nos protegimos y cuánto tiempo permanecimos en el lugar, puff, llegó el enojo, pues resultó hasta burla y ofensa y casi me da un infarto de coraje.
Y ahora, me río, porque de inmediato pensé que ellos ya preparan algo para justificar su negligencia en caso de que alguna de nosotras manifieste síntomas graves.
Eso sí, la bitácora era urgente, pero hasta hoy martes, ninguna autoridad de mi trabajo, excepto mi jefa que también está aislada, nos ha llamado, escrito o mensajeado para saber si el equipo de trabajo está bien, o para preguntar si las dos personas que tuvimos contacto directo con el funcionario con covid 19 seguimos vivas. Nada de nada. Indiferencia total.
Por ahora, les digo que por fortuna, sigo asíntomatica, solo mantengo un ardor en los ojos desde hace varios días y un poco de cansancio.
No así mi compañera, quien empezó anoche con síntomas febriles, tos y fatiga. Otro compañero más tambien reportó síntomas de resfriado.
Y aquí me detengo, porque pienso que no solo somos nosotros los que estamos en riesgo, sino la gente que nos rodea, nuestra familia, amigos que estuvieron en contacto con nosotros, sin saber que éramos personas de riesgo.
Este domingo, ya en mi cueva, al revisar mis redes sociales, chequé una triste noticia de Quintana Roo. Una compañera del gremio reporteril falleció por covid19 y dos más siguen hospitalizados y un neurocirujano también caído por covid sin estar en la zona de riesgo. Martha responsabilizó a sus superiores por negligencia por no dotarlos de equipo de protección ante actividades de campo.
Entonces pensé en todos esos médicos y enfermeras y personal que trabaja en los hospitales y que están en la línea de fuego desafiando a la muerte lo hacen sin protección.
Leía también una nota de ayer que personal del hospital de la Raza, bloqueo accesos porque exigían equipo de protección y con justa razón. Es como mandarlos a la guerra sin fusil. Y aquí el problema es la mala coordinación interna con la repartición de insumos y también la falta de abasto de equipo médico.
También recordé a todos los entrevistadores y mandos operativos y a mi equipo de trabajo que nos mantuvimos en la zona de guerra sin fusil. En la etapa del censo hubo personal contagiado, hospitalizado pero tampoco a ellos les llamaron para darles seguimiento. Los olvidaron y esperaron a que subcontrato temporal concluyera.
Aquí en casa por lo pronto, cambió nuestra vida cotidiana de la familia muégano que tanto presumo.
Mi aislamiento obligatorio se mantendrá por 14 días, aunque me dicen que debo asimilar que este cuidado, más no encierro, palabras de mi hermano para hacerme fácil esto ? deberá ser hasta el 10 de mayo.
Obvio, que la mayor angustia es saber que mis seres queridos corren el mismo riesgo que yo. Que «puedo» ser asintomática, pero que «puedo» ser portadora del bicho y que otros «pueden» manifestar síntomas más graves. O sea la ley del «puede ser»…
Entonces, además de estar asustada por no tener la certeza de estar contagiada, cargo con la culpa que me quita el sueño de tan solo pensar que uno de los míos «pudiera» enfermar por mi.
Y ahora pienso ¿De qué sirvió acatar la orden por cumplir con los tiempos programados o por justificar tu actividad? Les diría que de nada.
No señores! El INEGI nunca nos dio un solo kit para trabajar en campo, no como otras dependencias que vi que a su personal de campo dotó de protección.
A nosotros el INEGI nos dispersó 200 pesos en marzo para comprar cubrebocas y gel antibacterial, mismos que no sirvieron para nada, pues los cubrebocas y gel superaban el monto otorgado.
En abril ya no hubo recurso. Pero sí la exigencia de salir a campo y aclaremos que si nosotros nos cuidamos fue porque de nuestro dinero compramos los insumos para aminorar los riesgos.
Ayer mi compañera reportó al chat de trabajo, que tenía síntomas febriles. 40 grados de temperatura durante toda la noche. Una noche muy larga y angustiante para todos, porque no sabíamos si ella controlaría la fiebre para hoy, además también reportó que el dolor de cabeza era tan fuerte que el paracetamol no servía de nada en estos momentos.
Y entonces dije esto que estamos pasando es como jugar a la ruleta rusa, porque nunca sabes a quien le toca primero o quién le sigue.
Hoy solo quiero darle las gracias a Dios y al universo por regalarme a esta familia amorosa. Ellos se mantienen atentos de mi aún con toda la incertidumbre o incredulidad o negación ante este panorama sombrío.
Gracias mami por tu amor, gracias hermanas, hermano, tíos, primos, amigos, amigas, gracias por todo su amor incondicional y por estar siempre.
Mi Hija Regi, aunque me tiene en la misma casa pero yo me mantengo aislada de todos, ha tenido que asimilar el cero contacto conmigo.
Me extraña, me llora y me dice que le hago falta, y saben, me parte el corazón, porque digo caray, si todo estaba re bien, ¿por qué ahora debemos pasar por este mal momento?
Para ella fue recordar cuando me fui a Cancún por ocho meses para buscar una vida mejor para nosotras y entonces sus ojitos me reflejaron esa angustia de tenerme lejos por segunda vez.
Para aminorar su tristeza, y la.mía, porque no quiero que vengan a mi pensamientos catastróficos, utilicé las benditas redes como aliadas y ellas nos mantienen conectadas.
Le explico la tarea en video llamada, le ayudo a resolver dudas gracias a videos en Youtube ?? porque las matemáticas nomás no son lo mío y ahora, intento convencerla para hacer videos juntas jajaja pero creo que ella no quiere mi talento en su tiktok.
Y bueno creo que me hacía falta escribir y deahogarme…luego regreso, porque lo que me sobra ahora es tiempo ? y vida.
El silencio es el único que me acompaña, ni tele, ni música, ni Netflix han sido una opción, solo estoy arropandome con el silencio y con mis letras.
Les escribo pronto.