Es el primer presidente de México que decide no utilizar el avión presidencial y viajar en aerolíneas comerciales; la gente lo abraza, lo besa, se toma fotos con él; solo cinco personas lo cuidan: dice que el pueblo lo protege. Esta es la crónica de viajar en el mismo avión que Andrés Manuel López Obrador.
4 de junio de 2019
18:05 horas
Dos hermanas de nariz pronunciada platican en la sala de espera del Aeropuerto Nacional Miguel de la Madrid Hurtado, que aunque está ubicado en el municipio de Cuauhtémoc, se anuncia como de la ciudad de Colima.
–¿Crees que en este vuelo vaya el presidente? Ya ves que hoy estuvo aquí.
–Yo creo que no, ojalá y no. Ahorita ya da miedo.
18:07 horas
Las porras lo confirman. El presidente Andrés Manuel López Obrador tomará el Vuelo 615 de Volaris con destino a la Ciudad de México. “¡Es un honor estar con Obrador!, ¡es un honor estar con Obrador!”, es el grito que se apodera de la pequeña sala de registro de equipaje, donde apenas dos aerolíneas tienen mostradores.
AMLO usa camisa blanca de manga larga –ya con algunas arrugas–, pantalón gris oscuro, casi negro. Después de una gira de trabajo, unos cabellos caen en forma de copete sobre su frente, pero su rostro no deja de repartir sonrisas. Su presencia es una fiesta. Él es la esperanza.
18:14 horas
Mientras ingresa a la sala de última espera, hace pausas cada dos pasos, interrumpido por hombres y mujeres que le piden una selfie e incluso que le mande saludos a alguien, mientras capturan el momento en un vídeo o en medio de una llamada.
Un joven llega con su familia y les enseña la foto que acaba de tomar con Andrés Manuel:
–Mira que puede ser mi última foto –bromea, respecto al riesgo que representa viajar con el presidente.
–¡Ay no! Ni Dios lo quiera –responde su tía– Dios con él y Dios con nosotros.
18:28 horas
Han abordado ya los tres grupos de pasajeros. El altavoz anuncia: “Este es el Vuelo 615 de Volaris con destino a la Ciudad de México. Nuestro tiempo estimado de vuelo es de una hora”.
Se trata un avión Airbus A320, con capacidad para hasta 179 pasajeros. Va lleno en un 70 por ciento. Es un vuelo inusual para decenas de pasajeros porque comparten su viaje con el presidente de México. Hay algarabía.
Andrés Manuel López Obrador entra al final, acompañado por cinco personas: uno de ellos, de guayabera azul, es claramente el encargado de su seguridad; los demás asistentes e integrantes de su equipo.
–¡Gracias por la caseta! – grita alguien al verlo entrar.
Durante su visita a Colima, como parte de su gira de entrega de programas sociales, el presidente anunció la suspensión del cobro de peaje en la Caseta de Cuyutlán, una de las peticiones más sentidas de los colimenses.
–¡Un aplauso! – arenga otro desconocido. AMLO avanza y sigue saludando, mantiene la sonrisa.
18:29 horas
Después de pasar el presidente, alguien murmura:
–¡Ahorita la gente le aplaude. Ojalá así sea al final de su sexenio.
Luego el silencio.
18:30 horas
Su asiento es el 11A: ventanilla. Los acompañantes de Andrés Manuel López Obrador ocupan toda la fila 11, prácticamente en la mitad de la aeronave, a la altura de las alas. Ocupan dos salidas de emergencia; en caso de un incidente, el presidente sería el primero en salir. Su vida vale más que la de los demás pasajeros. Estrella, Elsie, Linda y Gustavo, la tripulación a cargo de la cabina, se acercan y muestran al mandatario y su comitiva la hoja de información de seguridad, como a cualquier pasajero que ocupa esos asientos. El avión está a punto del despegue.
18:45 horas
En cuanto la aeronave alcanza su altura máxima de vuelo y las indicaciones de los cinturones de seguridad se apagan, la algarabía reaparece. Una pareja se levanta de su asiento y va hasta el del presidente. Quieren una foto. El joven que viaja junto a Andrés Manuel cede su asiento para que los pasajeros puedan salir junto al mandatario. Luego un señor de edad avanzada repite la acción. Después alguien más. La cercanía. El cruce de palabras. El apretón de manos. El abrazo. Es la magia del presidente, la de la transformación, la de la austeridad.
19:12 horas
Volaris llama menú “En las nubes” a los productos que vende durante sus vuelos, con precios por los cielos. Gustavo atiende a López Obrador. Compra una botella de agua Ciel y un café soluble de Nescafé. Paga 80 pesos.
19:48 horas
En cuánto el avión aterriza, el presidente ya está contestando llamadas. Quién sabe cuántos temas importantes han esperado 60 minutos. Quién sabe si el destino de México se resuelve en un vuelo comercial.
20:13 horas
Mientras los pasajeros que viajaron con el presidente esperan sus maletas en la banda 7 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez, de la Ciudad de México, el presidente pasa junto a ellos: ya lleva puesto su saco, pues es una tarde noche lluviosa en la capital del país. La gente lo saluda a lo lejos. El levanta su mano y avanza.