“La diferencia entre Proceso y otros medios es que, en la revista, si acertamos, si nos equivocamos, somos nosotros. No hay nadie, nadie, que nos dicte, que nos obligue a publicar una sola palabra”.
Estos conceptos de Julio Scherer García, director fundador de Proceso, definen la libertad e independencia con las que ejercemos en esta publicación, sin concesiones, el oficio periodístico.
Proceso reafirma hoy, en la celebración de sus 42 años de existencia, su espíritu crítico hacia el poder y quienes lo detentan, del signo ideológico o de la bandera política que fueren. Lo mismo hacia sus actos u omisiones que a sus palabras, que por igual alientan o laceran a la sociedad que eventualmente les da el mandato.
El lunes 5 el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, calificó la más reciente edición de Proceso de “amarillista” y “sensacionalista”. Rechazamos el vituperio, indigno de un hombre de Estado. En la parte final de un mensaje que difundió por redes sociales, expuso:
Proceso nunca le ha negado el derecho de réplica a nadie. Hemos decidido tomarle la palabra al presidente electo: que exista el diálogo. Como periodistas que somos, ateniéndonos a las reglas del oficio, le solicitamos formalmente una entrevista con Proceso, con plena libertad para ambas partes. Abordaríamos los temas principales de la agenda nacional, entre otros uno elemental para que se conozcan las reglas del juego: cómo serán las relaciones entre los medios de comunicación y el poder público en tiempos de lo que él llama la Cuarta Transformación.
Esperamos su respuesta.