«No matan a los periodistas en Quintana Roo, los compran o los echan a la cárcel» me dijo Juan José Morales Barbosa, el prolífico escritor y pionero del periodismo científico y ambiental en México, quien falleció en la cuidad de Mérida, Yucatán, en febrero hace un año.
Con 82 años de edad, Morales había visto mucho en su larga carrera periodística con publicaciones como Por Esto!, El Día, El Universal, Mañana, Sucesos, y Revista de Geografía Universal, entre otros–después de entrar a la profesión de periodismo a los 19 años de edad, hace más de 60 años en 1955–30 años antes de que yo mismo naciera.
Soy un periodista australiano, y tuve la oportunidad de entrevistar a Morales en la cuidad de Cancún durante las elecciones de Quintana Roo en 2016. Mientras almorzábamos, Morales hablaba apasionado sobre los temas más cerca de su corazón: la arquitectura espectacular de la civilización Maya, el cambio climático y cómo los manglares del Caribe protegen la costa contra huracanes y captan carbono de la atmósfera, y el profundo dolor que sentía al ver tanta destrucción ambiental por el desenfrenado desarrollado urbano y turístico a través de 8 décadas en la Península de Yucatán.
Ni la vejez podía frenar a Morales, quien no dejaba de explorar, escrutar, y más importante escribir y compartir sus descubrimientos con sus lectores: cada lunes y viernes escribía sobre los temas de ciencia, medio ambiente y los efectos del cambio climático. Su columna los días jueves exploraba el mundo mítico de la pseudo-ciencia, milagros y las curas fantásticas de la medicina falsa. Pero eran sus escritos cada martes y miércoles en la columna Escrutinio los que tocaban el tema más delicado para los periodistas de México–la política–un tema normalmente no asociado con este pionero del periodismo científico, pero un tema igual de importante para los mexicanos.
Mi colega Pedro Canché, redactor-en-jefe de este portal de noticias, fue quien me presentó a Morales en el Café Nader de la Avenida Nichpute ese día. Canché agradeció a Morales con un fuerte apretón de manos en ese momento en que se encontraron–él tampoco conocía a Morales antes de ese día, al menos no en persona, pero conocía sus escritos, especialmente un artículo que Morales escribió en Por Esto! defendiendo a Canché cuando estuvo encarcelado.
«El 17 de Febrero de 2015, leí con interés la columna Escrutinio en la celda número 1 del módulo 2 de la atiborrada cárcel en Felipe Carrillo Puerto, donde Roberto Borge me puso por su alergia al periodismo crítico. Los compañeros de prisión se carcajeaban con la imagen de un anarquista y una bomba (burlándose del ridículo pretexto de ‘terrorismo’ por el que el periodista fue encarcelado) «Juan José Morales Barbosa fue uno de los escasos periodistas de Quintana Roo que abordó ese tema.» escribió Canché después de recibir noticias de que falleció Morales.
Mientras Canché hacía una entrevista al ex-alcalde de Cancún Julián Ricalde y la transmitía por Facebook Live, Morales se sentó conmigo en el café para explicar la complejidad que es la prensa independiente en México para un perplejo periodista extranjero.
Morales, diplomático y profesional hasta el final, no mencionó el tema sensible de los documentos filtrados a Noticaribe días antes que revelaban que los dueños de Por Esto!, la publicación con que la que él trabajaba, recibieron un regalo de Mauricio Góngora, alcalde de Solidaridad y candidato del PRI por la gubernatura, «un valioso regalo a este grupo editorial: un terreno de poco más de una hectárea ubicado en la zona de mayor crecimiento de Playa del Carmen con un costo de al menos 25 millones de pesos»
Sin embargo, la libertad de expresión estaba en su mente durante este almuerzo cuando me dijo que no matan a los periodistas en Quintana Roo, los compran o los echan a la cárcel. Morales expresaba su creciente preocupación por la exterminación de tantos periodistas en estados mexicanos como Veracruz, pero después afirmó algo que yo no entendía a la primera escuchada: «Hoy en día hay menos restricciones y menos censura contra la prensa mexicana que antes.» Cuando el prolífico escritor con 60 años trabajando en la industria periodística notó mi cara de extranjero confundido, me dijo «parece contradictorio lo que digo, pero hace años nadie podía criticar al Presidente de la República, ni al ejército, o a la Virgen de Guadalupe.»
Morales contaba su experiencia con la censura hace décadas en el Distrito Federal cuando escribió una historia sobre unos niños que disfrutaban hacer volar pequeñas avionetas de cartón con ligas de goma elástica en una colina de su barrio en las cercanías de una base militar. Cuando Morales terminó de escribir–en esta época con antiguas máquinas de escribir–el editor del periódico botó el papel al basurero. No tenía órdenes directas de algún alto-comandante militar para prohibir la publicación de cosas tan inocuas como niños y avionetas modelos–pero gracias a la auto-censura de esa época, editores como el viejo jefe de Morales hizo el trabajo del estado por su propia voluntad.
Después de que Canché terminó de hablar con Julián Ricalde, entró al Café Nader Niza Puerto, la consejera de imagen y redes del Senador Felix González, para conversar con Canché sobre la orden de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH)–quien obligaba legalmente al gobierno de Quintana Roo a pagar una indemnización al periodista por daños financieros, emocionales y físicos que el padeció a raíz de la detención arbitraria del gobierno priista. La propuesta del Senador González era que ellos podían facilitar una indemnización de entre 10 a 20 millones de pesos, bajo la condición de que Pedro Canché Noticias desvinculara públicamente al candidato del PAN-PRD Carlos Joaquín y diera cobertura favorable a Mauricio Góngora del PRI, a pesar de que su gobierno estaba legalmente obligado a hacer esa compensación sin condiciones.
Canché y Niza Puerto se sentaron en las mesas afuera del café, al otro lado del vidrio que Morales y yo, mientras él me describía su próxima columna sobre el fraude electoral que iba a publicar en Por Esto!–apenas días después de las revelaciones filtradas a Noticaribe sobre el regalillo a la publicación. A continuación copio el primer párrafo de esa columna de Morales, que vuelve a estar vigente ahora que se acercan las elecciones presidenciales en México. Vale la pena leer el texto completo: mostraba que si Mauricio Góngora, actualmente preso por cargos de corrupción, pensaba que un regalo de 25 millones de pesos al periódico Por Esto! iba ser un buen retorno de la inversión para la campaña política para mantener el PRI en poder en Quintana Roo, estaba muy equivocado si pensaban que este regalillo significaba que pudiera controlar la línea editorial del columnista más famoso, prolífico e independiente del periódico.
Juan José Morales Barbosa – El Voto Útil e Inútil
Durante las últimas semanas he dedicado con frecuencia mis artículos a temas electorales. Si los lectores ya comienzan a aburrirse del tema, les confieso que yo también. Pero no queda más remedio que seguirlo haciendo, aunque no por mucho tiempo más. El próximo domingo puede o no haber un cambio sustancial en la política nacional, según que el PRI y sus satélites pierdan o conserven el poder en aquellos estados que gobiernan, y de los cuales hay varios —Tamaulipas, Veracruz y Quintana Roo particularmente— que se caracterizan por una gravísima situación en materia de criminalidad, violaciones a los derechos humanos, control gubernamental de la prensa, dispendio en obras públicas inútiles, corrupción y una monstruosa deuda pública. Y, como hemos señalado en recientes comentarios, las campañas electorales se han caracterizado por un descomunal derroche de dinero, flagrantes violaciones a la ley, y sobre todo una guerra sucia en la que algunos contendientes arrojan al rival verdaderas paletadas de lodo.
Niza Puerto se fue del Café Nader infeliz porque no pudo convencer Pedro Canché de tomar su indemnización financiera. Morales salió un rato después para terminar su columna. Después, Pedro Canché se sentó conmigo en el asiento donde antes sentaba Juan José Morales, y me dijo «se acabó la fiesta, le dije a Niza que le diga a Félix que tome su dinero, lo enrolle bien apretado y se lo meta por el culo»
Una semana después, Morales dejaba un mensaje a mi muro de Facebook felicitando mi primer articulo en Español, sobre el «El Nacimiento de un Periódico» — este portal Pedro Canché Noticias, todavía en su infancia en el año que Canché salió de la cárcel:
«Felicitaciones a Jake por su buen manejo del español, y a Pedro Canché por la aparición de su periódico. Si algo hace falta en México, y sobre todo en Quintana Roo, son medios de información libres de control y censura por parte del gobierno y los grandes intereses económicos.»
Con 82 años de edad, Morales estaba explorando las ruinas arqueólogicas mayas cuando se accidentó. Después de una cirugía drástica para arreglar una herida en su pierna sufrió un ataque al corazón el 17 de Febrero del 2017 y falleció. En las seis décadas que Morales trabajó como periodista, dentro de las salas de redacción de varios medios a través del país, siempre empujaba los límites de lo que se pudiera publicar durante la lenta democratización de México. Morales mostraba que pequeños actos de desobediencia por parte de los periodistas mexicanos dentro de los medios donde trabajan, medios muchas veces corrompidos por ‘censura por parte del gobierno y los grandes intereses económicos’, en sus propias palabras, pueden hacer un gran efecto. El PRI fue derrotado contundente e históricamente no sólo en Quintana Roo, sino en otros estados de México donde la libertad de expresión está bajo ataque.
El pionero del periodismo científico y ambiental alumbró el camino para nosotros jóvenes periodistas en esta nueva época de fake news, donde también nos enfrentamos a la inminente catástrofe ambiental de nuestras selvas, manglares, y otros ecosistemas frágiles por el desenfrenado desarrollo y el cambio climático. Estamos parados sobre los hombros de Juan José Morales, debemos seguir el ejemplo de integridad e incorruptibilidad periodística que es su legado.
Para despedir, voy a repetir las palabras que usó Pedro Canché hace un año: «descansa en paz, Maestro.»