De los 12 créditos que dejó, sólo dos fueron dirigidos a obras
El endeudamiento que dejó Roberto Borge no sólo fue inmenso, sino que no tuvo ningún destino productivo.
La Secretaria de Finanzas y Planeación del Estado mostró cifras sorprendentes, y nada de transparencia que requiere mayor análisis.
Se llegó a la conclusión que el modo de obrar de Borge para obtener dinero prestado, fue el pedido constante de créditos revolventes, de corto plazo, que iba renovando hasta que las condiciones ya no permitían más renovaciones.
El ex gobernador pedía ayuda a la Legislatura, y le pedía le autorizaran ese crédito se convirtiera en una deuda de largo plazo. La mayoría de los diputados, aceptaban sin hacer cuestionamientos.
Los préstamos por ley debían ser destinados a inversión pública productiva, y así se aprobaban, lo que no ocurría. Pero en realidad era dinero que ya se había gastado.
Los créditos revolventes de corto plazo tienen tasas más altas que los de largo plazo, y no incluyen límites como que deban ser dirigidos a obra pública. Por lo general, los gobiernos los dedican para salir de problemas financieros momentáneos. En la pasada administración aún no se tiene conocimiento de donde están.
Era una forma de hacer las cosas a las que el pasado gobierno nos habituó. Roberto Borge pidió prestado 165 líneas de crédito por 41 mil millones de pesos entre 2011 y 2016.
LOS DATOS
Ricardo Sánchez Hau, el subsecretario de Crédito y Finanzas de SEFIPLAN, les relató la situación a los diputados este viernes, durante la presentación del Paquete Fiscal 2018.
“El monto al que asciende las revolvencias que solicitaron fue de 41 mil millones de pesos. Es decir arriba del doble que tenemos del crédito de largo plazo”, externó.
“Lo interesante de esta situación financiera es que los cortos plazos servían para pagar otros cortos plazos, y en el momento en que ya no había la solvencia o la capacidad de pago, lo convertían en refinanciamiento de largo plazo. Que es lo que nos han heredado”, relató.
Lo que lograron fue generar una deuda de largo plazo que no estaban acordes al objetivo de este tipo de créditos, que es la inversión pública productiva.
Carlos Joaquín, cuando llegó a la administración, el Gobierno tenía contratados 12 créditos de largo plazo.
Sólo uno se destinó para obra, uno de ellos era con Banobras, de los denominados “cupón cero”, que tienen características muy favorables a los gobiernos.
“Los 12, 10 eran refinanciamientos de corto plazo. Sólo dos créditos se dirigieron para inversión pública productiva, y uno era el de cupón cero, que estaba blindado y dio Banobras para tema de infraestructura”, explicó Ricardo Sánchez.
“Estamos hablando que los 19 mil millones que recibimos de deuda de la administración pasada, la mayoría fueron utilizados para refinanciar y refinanciar deuda de corto plazo”.
El efecto de ese mal manejo se paga todos los años. En 2018, el estado tendrá que pagar casi 2000 millones de pesos de una deuda que se liquidará recién en el año 2041.