Por Augusto.- Cuántas historias hay detrás de esos muros de concreto, ¿acaso la justicia existe? En ese lugar donde la vida es diferente, ahí donde no importa tú clase social, si no tus delitos, quizás tú único delito es haber estado en el lugar equivocado o no saber leer ni escribir, ni tener las armas suficientes para defenderte, lo único que tienes es ser inocente del delito por el cual se te acusa, por que tendrás que pagar sin haber hecho nada. ¿Acaso la Justicia es pareja? O solo es pareja para quiénes tienen las posibilidades de pagar por su defensa.
Hombres mayas que pudieran ser inocentes, dos de ellos se encuentran detenidos en una cárcel, ninguno de los dos conoce de leyes, ni de sus derechos como persona, uno con sentencia de 14 años y el otro sentenciado a 30 años de cárcel. ¿Culpable o inocente?
Esa es la pregunta que al escuchar sus historias me vino a la mente.
Felipe Carrillo Puerto, un lugar que se encuentra ubicado en la zona central del Estado de Quintana Roo, la distancia que la separa de la capital del Estado, la ciudad de Chetumal es de 159 kilómetros hacia el sur y del centro turístico de Cancún de 229 kilómetros hacia el norte, así mismo se encuentra a 150 kilómetros al este de la ciudad de Peto, en el estado de Yucatán.
Es ahí, en ese lugar donde se encuentra una cárcel municipal, ubicada a las afueras de la ciudad, sobre la carretera federal 184 Muna – Felipe Carrillo Puerto.
El cielo en ese momento se tornaba cada vez más gris, por el paso de la tormenta tropical “Nate”, en su pasar por el Estado de Quintana Roo.
Estuve a la espera 60 minutos aproximadamente, mientras llegaba el horario autorizado de visita hacia los internos.
A las diez de la mañana me acerque a la entrada, ahí fue la parte de registro y donde hay que proporcionar ciertos datos: nombre, lugar de procedencia, ocupación, el motivo de mi visita, por mencionar algunos.
En el primer filtro deje mi celular, mis llaves y algún otro accesorio que en ese momento portaba, esto se debe a que tenemos que respetar el protocolo de seguridad de los centros de readaptación.
Seguidamente, me dirigí al área donde hacen una revisión general, tanto de mi persona como del contenido de la comida o de algún artículo que desees introducir, todo esto con el objetivo de verificar si no hay algún contenido ilícito.
Posteriormente me guiaron hacia la sección, donde se encuentran las personas detenidas por algún acto indebido, eso no quiere decir que entre todos ellos, no exista alguna persona inocente.
En mi mano llevaba dos órdenes de picadillo con su respectiva agua Jamaica, que por la espera ya habían tomado su temperatura ambiente, los alimentos tenían el destino de llegar hacia dos personas que se encontraban encarceladas, “Huesos” como le apodaban a Santos J. de 33 años de edad, un seudónimo con el que lo conocen en el lugar y Baltazar B. Y. de 69 años.
Un portón negro frente a mí, golpee, un guardia abrió ese enorme portón, no sin antes preguntarme a quien vine a visitar.
Me dirigí a la parte donde están los reclusos, un área de 60 x 45 metros en total, donde están construidas diez celdas, cinco del lado izquierdo y cinco del lado derecho, en ese momento la mayoría de las personas se encontraban afuera de su calabozo.
Personas urdiendo hamaca, otras platicando y unos adentro de lo que pudiera llamarse su cuarto, donde habitan de dos a tres personas, el cual cuenta con una extensión de 3.5 x 3 metros incluyendo el espacio de su baño.
Entre las celdas se encuentra un pasillo de 50 metros de largo x 10 de ancho aproximadamente la cual no se encuentra techada y que es la parte donde los reclusos realizan sus actividades diarias.
Es la parte donde pueden mirar al cielo, pero no olvidarse del lugar donde están, porque se encuentra protegida con protectores de un grueso metal y con custodios a sus alrededores que los observan desde las alturas.
A un costado de la puerta de entrada está la parte asignada para la visita, una plancheta como mesa y unos asientos, hechos con block, cemento, cal y polvo.
En ese momento camine hacia ese lugar, el guardia grito, “Jesús y Baltazar tienen visita”.
Al asomarse me miraron y ellos dijeron “no es a mí”, cada uno se encontraba en distinto lado.
Les respondí “¡sí!, les traje esto” y levante la mano con el desayuno.
Los dos se acercaron en ese momento, me presente les estreche la mano, les comente que les manda saludos un amigo, con el cual congeniaba ellos en ese lugar, esa persona ya había sido liberada al comprobarse su inocencia, les entregue la comida, “siéntense quisiera platicar con ustedes” les mencione.
“Huesos “mostraba una cara tímida, su mirada hacia el suelo reflejaba tristeza, sus manos temblaban, con voz entre cortante exigía justicia y aclamaba su libertad.
“Yo no hice nada, ni se porque me culpan de eso” así comenzó la charla…
-Secundaria concluida con un promedio de siete, el mayor de cuatro hermanos, con sueños de haber podido concluir sus estudios, pero que se vieron frenados por cuestiones económicas.
Dedicado al campo desde la edad de 18 años, su día comienza a partir de las 4:30 de la mañana para empezar alistarse y salir de casa a las 5:00am.
Con coa y machete en mano. Cuelga en el cuello su sabucán que contiene una botella con agua, sal, chile habanero, una jícara y tres bolas de pozole. (Bebida de los mayas, pues se dice que en épocas antiguas la alimentación en la península se basaba en maíz, consumido por los hombres de milpa pues es muy refrescante si se toma frío, pero por ser hecho de masa también calma el hambre).
Él está listo para emprender su caminar y salir de su hogar, que encuentra ubicado a 30 km de Felipe Carrillo Puerto, en la comunidad de Dzula Quintana Roo, son ocho kilómetros que recorría durante un lapso de hora y media aproximadamente de lunes a sábado, para llegar al lugar donde tenía su cosecha.
Al llegar a su área de trabajo se sienta sobre una piedra y mientras descansa prepara su pozole para desayunar.
Aproximadamente a las siete de la mañana empieza su jornada laboral para culminarla al medio día, para luego retornar a su hogar donde le espera su mamá Eumelia que es originaria de X-Yatil de 53 años, dedicada a las labores del hogar, su padre Justo de 63 años, originario de Dzula, que como él se dedica a las labores del campo, su hermano es empleado y sus hermanitas en ese entonces estudiaban.
Han pasado cinco años desde aquel día en el que cambio su vida por completo.
Fue un 26 de noviembre del año 2012, a las cinco de la tarde cuando la policía llego a su hogar, él se encontraba como todas de las tardes en un parque tomando un refresco y platicando con los amigos.
Al llegar a su hogar se percató que había una camioneta con elementos de seguridad publica hablando con su madre, el sin temor se acercó para ver qué había ocurrido, sin pensar que al que buscaban era a él.
En ese momento recordó que unos días atrás al pasar por la casa de su hermano escucho que discutía su cuñada con su sobrina de 12 años, solo alcanzo a entender que el conflicto era por un disco el continuo su caminar.
Horas más tarde en la tranquilidad de su hogar, su cuñada llego, con gritos y reclamos le pedía a Jesús que saliera el extrañado por tal actitud salió de su casa y le pregunto:
-¿Qué te pasa?
Que me pasa no te hagas pend… tú bien sabes lo que le hiciste a mi hija, te voy a demandar, así que pagaras por lo que has hecho.
En ese momento su cuñada se fue, él sabía que no había hecho nada y sigo su vida normal.
Hasta el día en el que fue detenido y encerrado en la cárcel.
Sentenciado a 14 años por el delito de violación, el cual supuestamente cometió cuando su sobrina tenía ocho años, al momento en el que lo encerraron ella tenía 12 años, y que actualmente tiene 17 años .
Han transcurrido cinco años desde aquel entonces en que su vida cambio, durante la charla recordó que la esposa de su hermano le encomendó que si veía a su hija con algún joven le llamara la atención.
“Creo eso le enojo a mi sobrina, que en varias ocasiones le llame la atención y por eso invento que le hice cosas” comento Jesús.
Su celda es la número diez.
“Extraño ir a la milpa, platicar con los amigos, tomar un refresco, estar en el hogar con mis padres comiendo un rico frijol con puerco calientito y mis tortillas recién torteadas por mi madre, aquí si nos dan comida, frijol, arroz, carne, huevo, lentejas pero nada como la comida hecha en el hogar”.
“Para distraerme un rato y no ver pasar las horas, urdo hamacas las cuales vendo en $800 pesos para juntar un poco de dinero, para cuando salga, son hamacas de ocho tubos, son grandes”
“Me siento triste, no me siento bien, últimamente solo mi hermanita me visita, mi mamá muy rara vez y mi papá y a mis otros hermanos no los he vuelto a ver, los extraño, quiero escuchar su voz, como ríen”.
Agacho la mirada y su rostro dejo caer unas cuantas lágrimas, y con voz entre cortante dijo “no sé porque mi familia me acuso de algo que no cometí”, “ya quiero salir, dicen que por mi buena conducta me han reducido la sentencia a siete años, me faltan dos.
Para finalizar esta platica con él, lo mire fijamente al rostro y le pregunte ¿qué piensas hacer cuando salgas Jesús?
A lo que él respondió “trabajar pero no ahí donde vivía, quiero ir a Morelos donde vive mi hermanita ya no quiero regresar al lugar donde crecí, tengo miedo”
Aun lado de él se encontraba Baltazar, que al igual que yo escuchábamos muy atentos lo que el recluso “Huesos” había pasado.
Jesús se quedó callado se levantó y se fue, don Baltazar comenzó hablar “yo igual soy inocente estoy aquí por la envidia de mis parientes igual”
Le pregunte ¿y usted por qué esta aquí?
A lo que el respondió “por lo mismo que él, me acusaron de haber violado tres veces a mi sobrina de doce años”
Baltazar originario de Yoaltún de oficio yerbatero y cazador de animales de la región, venado, jabalí y tejón, casado con la señora Marcelina Canche Pat de 68 años de edad quien se encuentra hospitalizada en la ciudad de Merida para una pronta operación, con la cual procreo 4 hijos dos hombres y dos mujeres.
Durante la plática él nos comenta que es falso de lo que lo acusan, “como lo voy hacer es mi sobrina, además dicen que tres veces lo hice y que en una calle principal paso”.
“Ya exigí la reconstrucción de los hechos pero no lo quieren autorizar, porque es mentira de lo que me acusan, como el papá de la niña era delegado en ese entonces por eso no me hacen caso, la gente del pueblo ya recolecto firmas para que me liberen, pero ni así, es que la gente de donde vivo saben que los curo”.
Sentenciado a 30 años de cárcel, don Baltazar nos dice que ya ni toma en cuenta los días, “creo aquí me voy a morir, quiero ver a mis nueve nietos extraño ir al monte a cazar”.
“Quiero ver a mi esposa, la extraño, a ella no la veo porque te digo que está enferma”.
“La vida aquí adentro no es fácil, a veces me viene a ver gente, para que las talle aquí, porque también se sobar”
Es una injusticia lo que me hicieron amigo, si te contara vamos a tardar, mejor otro día que regreses te platico bien, nos vemos porque quiero comer lo que me trajiste, te espero otro día para platicar, porque solo te conté brevemente lo que me paso.
Me pare y me retire de aquel lugar, en mi mente aun esta la pregunta.
¿Culpable o inocente?