Por Luis A. Cabañas Basulto.-Para un hombre que, como don Jesús Reyes Eroles, creía en las instituciones y en la fuerza transformadora del Derecho, la irrupción de la violencia y el terrorismo en México provocó que, ante lo que calificara como un desusado fenómeno, propusiera a la nación un proyecto de reforma política.
Entre sus discursos políticos como presidente del PRI (1972-75), de una prosa clara, bien delimitados, y con sentencias como las clásicas que leyó y abrevó, se incluye el aforismo “A quienes esgrimen ideas, combatámoslos con ideas”, que hoy más que nunca nos vino a la mente con ocasión del sonado escándalo que protagonizó el ex gobernador de Quintana Roo, Félix González.
Lamentablemente, el vergonzoso papel del cozumeleño arrastró a un colaborador del gobernador Carlos Joaquín González, el titular de la Secretaría de Desarrollo Social, el isleño Julián Ricalde Magaña, con quien se enfrentó a golpes en el marco de la celebración del 43 aniversario de la conversión de Quintana Roo de Territorio a Estado.
El improvisado “ring” fue el Centro de Convenciones de Chetumal, donde, encabezado por el mandatario, se dio cita alrededor de un centenar de funcionarios, entre ellos diputados de la XV Legislatura, que habían convivido en un desayuno privado.
Lo cierto es que, pese al exhorto del Jefe del Ejecutivo, en el sentido de que no trascendiera el altercado, éste inundó minutos después los medios de comunicación a mano, principalmente las redes sociales, de donde, se insiste, surgió precisamente la causa de la artera agresión del ex mandatario priísta, aún Senador de la República.
Pese a que existían otros motivos de peso para que Félix atacara al ex alcalde perredista de Benito Juárez (2011-13), aparentemente todo habría iniciado con lo que se calificó como un simpático “Twit” de éste último, al parafrasear la estrofa de una canción de Joan Manuel Serrat: “Hoy el noble y el villano, el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano sin importarles la facha”.
Pero además, añadió al comentario una fotografía de minutos antes, precisamente, cuando aparecía el “padrino” de Roberto Borge estrechando la mano de Carlos Joaquín durante el propio evento, aunque aquél habría esperado que concluyera, pero sin que el mandatario se hubiera retirado.
Sabrá Dios cómo se dio realmente el enfrentamiento, pero la mayoría insiste en que Félix le reclamó en forma grosera a Julián Ricalde, a quien le habría propinado una bofetada que éste devolvió con dos puñetazos que lo hicieron trastabillar, pero lo amenazó con una silla, y recibió un nuevo golpe.
Al parecer siguieron insultos y ningún testigo intervenía, hasta que una entonces “misteriosa” mujer -Laury Cruz Vargas, su operadora financiera en Chetumal- lo tomó de los brazos y lo alejó del lugar. Ninguno de los enemigos asistió al posterior evento alusivo oficial en el Congreso del Estado.
La reseña y opiniones inundaron rápidamente los medios, aunque la mayoría coincide en que, dígase lo que se diga, fue una verdadera imprudencia de Félix González acudir a un evento rodeado de personas ante las cuales hoy es “apestado” político, aunque también se cuestiona que Julián Ricalde le insultara en redes sociales teniéndolo a unos pasos.
Como era de esperarse, no pocos se congraciaron con la golpiza al ex gobernador, ya que, como se sabe, éste habría sobre endeudado a Quintana Roo, además de ser sospechoso de corrupción, nepotismo, enriquecimiento ilícito y otras violaciones a la ley, como despojos de terrenos en Tulum y Holbox; ser socio de Dragon Mart y “Barcos Caribe”, y dueño de gasolineras y tiendas Oxxo.
Ahora bien, durante sus últimos tres años de gobierno, el alcalde de Benito Juárez fue el perredista Gregorio “Greg” Sánchez Martínez, contra quien maniobró para enviarlo a la cárcel e imponer a Jaime Hernández Zaragoza (2010-2011), aunque no pudo evitar que fracasara su correligionaria Guadalupe Novelo Espadas ante Julián Ricalde.
No obstante, siguió su cacería contra éste con Roberto Borge, quien mantuvo el acoso a través del alcalde priísta Paul Carrillo de Cáceres (2013-16), en una “titánica” labor para expulsar al PRD, lo que se le facilitó con Jaime Hernández, quien se cobijó en el PRI desde que inició como alcalde sustituto, cuando se cobijó con el PRI, trabajó de la mano de Félix González y se pintó de tricolor.
La entonces poderosa influencia del cozumeleño, que se prolongó todo el periodo de Roberto Borge, también se habría reflejado con ocasión de una grabación de 2010, donde Jaime Hernández, entonces munícipe en funciones, aparece entregando fajos de billetes a Julián Ricalde, el alcalde electo.
Pero el mayor rencor del ex mandatario contra el isleño data del 23 de abril de 2013, cuando, estrictamente apegado a la legislación local, la Comuna benitojuarense negó la licencia de construcción del proyecto Dragon Mart, según Julián Ricalde, “por incumplir con una serie de normativas”.
Como se recordará, aunque siempre lo negó, el cozumeleño estuvo involucrado permanentemente como presunto socio del multimillonario, ambicioso proyecto, finalmente fracasado tras las obligada, presionada, intervención del Gobierno Federal.
A todo esto, el enfrentamiento dominical Félix González-Julián Ricalde obliga a una serie de reflexiones, una de ellas es que el Twit de este último no estaba dirigido personalmente al primero, por lo que “alguien” se lo reenvió, y tomó para él uno de los calificativos, ya que no dice quién es el “prohombre” -hombre ilustre respetado por sus cualidades-, ni quién gusano.
Así, para nadie es creíble que le hubiera ganado el apasionamiento momentáneo ni que se tratara de un arranque de ira SÓLO por el mensaje, sino que ya lo traía entre ceja y ceja y, tal y como es la palabra en boga, sólo fue la gota que derramó el vaso, que terminó por colmar su frágil paciencia, aunque, podemos asegurar, nada tenía planeado. Fue un lapsus…
Horas después de los hechos, Félix González publicaría en una de sus 4 cuentas de Twitter: “Creo en el respeto y en la prudencia, por eso ofrezco una disculpa pública a mis paisanos quintanarroenses por los hechos de esta mañana”.
Su anterior mensaje en esa cuenta data del 23 de agosto, su cumpleaños, cuando agradece una de las escasas felicitaciones que recibió, a diferencia de sus años de gloria ¡Qué lástima que sólo se disculpara “por los hechos de esta mañana” y NO por los seis años de “gobierno” en la total opacidad o por la evidente corrupción que puso de rodillas a Quintana Roo!
Asimismo, también es lamentable que mienta al asegurar que “creo en el respeto y en la prudencia”, pues el 22 de abril de 2016 demostró exactamente lo contrario, cuando apareció en un video arrancando publicidad del entonces candidato a gobernador Carlos Joaquín, y Ricalde, quien aspiraba a la alcaldía de Cancún, lo acusó de “delincuente que se exhibe en acto de desesperación ante los quintanarroenses, que sabemos bien quién es”.
Ahora bien, a quienes acusan a éste último por haber respondido a la agresión habría que preguntarles si lo ideal hubiera sido el acto mesiánico de poner la otra mejilla, o bien bajar la mirada y esperar los aplausos de la prensa y compañeros de gabinete por convertirse en “mártir”. Créase o no, pero lo cierto es que lo que menos esperaba Félix es que Julián respondiera el ataque.
Hasta donde sabíamos, el concepto de política tenía dos acepciones, una de ellas “la ciencia de lo posible, que no de lo deseable”, y la más clara, “el arte de comer mier… sin hacer gestos” ¿Cuál de los protagonistas resultó ser menos político? ¡Mejor leer nuevamente a Reyes Eroles!
Empero, aunque parezca mentira, todo parece indicar que, para Carlos Joaquín, Julián Ricalde es “el malo de la película”, según leímos en su mensaje-advertencia, en el sentido de que…“no permitiré en mi gabinete… bla, bla, bla”.
Si sirve de consuelo al mandatario, momentos antes se había anotado “un 10” en el tema de la marcha de protesta, anunciada a las 9 de la mañana en el Museo de la Cultura Maya, para manifestarse ante el Congreso del Estado ante la imposición de una funcionaria, en gran medida, gracias al “papel” de Joaquín Oliva. El evento fue un completo fracaso.
La pregunta obligada es ¿Dónde o cómo le entró “el agua al coco”? ¡Ya lo analizaremos!
Escrito por Luis Cabañas Basulto.