‘No sé qué decirte’: Esposo e hijo de víctimas baleadas en Paseos del Mar

septiembre 3, 2017
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POR BASILIO ARÉVALO.-

Cuando Yolanda N., de 48 años de edad, originaria de Campeche y Sonia N., de 18, nacida en Yucatán ingresaron a la peluquería “Yazkiiin” lo único que pensaron fue apresurarse para regresar a tiempo a continuar actividades propias del hogar e incorporarse a su trabajo. El inicio de clases, como en cada ciclo, ha sido presuroso y complicado económicamente para las familias de las olvidadas regiones del municipio de Benito Juárez, donde se asienta la ciudad turística de Cancún.

La dinámica habitual sobre la avenida Aruba del fraccionamiento Paseos del Mar, de la manzana 93 Etapa 3, es la misma de cada sábado, pero habría de contrastar con lo ocurrido momentos más tarde, con el ataque de un dúo de sicarios que dispararon ráfagas de armas de alto calibre contra la barbería donde fueron víctimas colaterales de “una envidia”, dicen familiares de la víctima letal, propietario del negocio. Este sector del “otro Cancún” es un ejemplo vivo de la contracción económico-social que se vive.

A las 15:36 horas la mochila de mezclilla del hijo y esposo de las mujeres heridas esta mañana lleva sus insumos de trabajo. Da vueltas en el pasillo de urgencias, alterado, consternado. No da su nombre y evita los solidarios acercamientos de reporteros de PEDROCANCHE NOTICIAS, salvo que no sean los de las tres personas que le acompañan. Evidentemente son sus familiares, quienes también evitan las preguntas de los reporteros. Se llama Pablo. En su rostro hay una amalgama de impotencia, confusión, tristeza y temor. “Vamos a llevar esto nosotros. Por favor, así nadamás, sin fotos. Yo no sé qué decirte orita, amigo”, expresa al reportero.

El salón de espera del área de Urgencias en el nuevo Hospital General de Cancún “Dr. Jesús Kumate Rodríguez” sigue siendo como en las anteriores instalaciones: la sala de un hospital de guerra. Hay una saturación de personas, pero no hay vigilancia policíaca en el perímetro, pese a que dentro del sitio los médicos atienden a cuatro heridos con armas de fuego de alto poder, la copiosa mañana del primer sábado de septiembre.

Alado de Pablo está su papá. También nos da las gracias y toma del antebrazo a su hijo evadiendo una nueva pregunta. Le Rechaza el ofrecimiento de una bebida o alimento. También carga una mochila al hombro, mojada, con insumos de fontanería.

–¿Iban a hacer algún trabajo en la barbería? La mamá del niño peluquero dice que estaba atendiendo a unos plomeros ¿Son usted y su hijo? Por favor, yo no sé qué pasó.

A las 15:58 horas, la trabajadora social de hospital público se asoma a la puerta principal donde hay una larga fila de familiares de pacientes en espera de recibir noticias. Exclama “Pablo” y el joven se acerca para recibir a su esposa.

Alrededor de los acontecimientos y desde la misma banca de cemento en el hospital donde están sentadas familiares de las víctimas, Pedro Canché ha advertido la ausencia de personal policíaco en el nosocomio dependiente de la Secretaría Estatal de Salud (SESA), nuevo, recién inaugurado en abril pasado, “pero sin policías”, me dice el avezado periodista que intuitivo sigue identificando familiares de las víctimas de estos hechos de sangre registrados. Uno más en Cancún. Tampoco hay personal de la Vice Fiscalía General del Estado zona norte, pese a que lo ocurrido por la mañana es un evento de alto impacto criminal.

Cerca de las 16:30 horas arriba una radiopatrulla de la Secretaría Municipal de Seguridad Pública de la cual descienden dos elementos, una oficial mujer y un hombre que armados se dirigen hacia donde está Pablo y su familia. Los invitan a abordar la unidad. Ni oficiales, ni los trasladados escuchan los cuestionamientos y enfilan sobre la avenida, seguramente con dirección a la Fiscalía a rendir su declaración de la tragedia.

Adentro de Urgencias es un pandemónium en los consultorios de valoración (6). Las cuatro salas de choque están activas y valientemente hay personal médico y de enfermería organizando a pacientes en los dos cubículos de observación de adultos y cuatro aislados.

“Vamos a esperar tantito, sólo tenemos 18 camas y están ocupadas”, escucho a una de las enfermeras. En el aislado de observación pediátrica han ingresado a un neonato asfixiándose. Su padre, conductor de un taxi del monopolista Sindicato “Andrés Quintana Roo” ingresó con la criatura en brazos envuelto en una toalla. El hombre está sin camisa, empapado por la precipitación pluvial. Explica al reportero que también viene de la avenida Aruba, donde fue el ataque perpetrado a balazos por dos pistoleros a bordo de una motocicleta naranja que las policías no lograron localizar.

Las cinco salas de cirugía en Urgencias están ocupadas. Hay una sala mixta, cuatro camas de trabajo de parto y preparación, cinco para recuperación post-parto, otras 10 para recuperación de pacientes en primer grado y 16 de post-cirugía. Todo está ocupado.

Casi al anochecer se ha confirmado el deceso de José Antonio N., de 24 años, el peluquero hondureño que fue abatido por cinco tiros: dos en la espalda, dos en el abdomen y uno en la pantorrilla. Antonio es tío y jefe de Julio, el niño peluquero de 15 años que siendo colocado en la camilla, ensangrentado, dijo a su madre “no te preocupes, todo está bien”. No son esas las palabras que más calan en el recuerdo de su madre, sino las de “hoy haré 20 cortes, mami. Sacaré para la gastada de la escuela y un poquito para ir a Tegucigalpa, en diciembre”.

En Paseos del Mar, vecinos dicen que el propietario de la barbería tenía complicaciones con algunas personas. Su deceso impedirá a sus familiares y a la comunidad saber si era así… y con quién.

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