Así conoció Obrador al multimillonario que lo respalda

febrero 21, 2017
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El empresario Alfonso Romo Garza, quien se alejó de los reflectores tras vender Seminis, Cigarrera La Moderna y la aseguradora Comercial América a finales del siglo pasado, salta nuevamente a la escena pública al encabezar el equipo de expertos que elabora el proyecto de nación que Andrés Manuel López Obrador usará como argumento para intentar ganar, por tercera ocasión, las próximas elecciones presidenciales. “Hace poco estaban criticándome porque me desaparecí, no me desaparecí, me reinventé”, aclara el multimillonario en un espacioso salón del Club Hípico La Silla, en medio de neblina, lluvia y el relinchar de caballos que rompen con el silencio de sepelio de este exclusivo fraccionamiento.

“A Andrés Manuel… ¿Me preguntas que cuándo lo conocí?.. en 2011”, suelta Alfonso Romo de inmediato. “Me invitó Dante Delgado a comer a su casa. Yo tenía mucha flojera de ir. Me daba muchísima flojera. Pero Dante me hizo reflexionar, me dijo conócelo, es el líder social más importante en México que ha habido en los últimos 50 años o 70 años”.

Al empresario regiomontano le gusta mucho leer, principalmente biografías de líderes, eso lo sabía muy bien Delgado, el hoy coordinador de Movimiento Ciudadano. “Es cierto, le dije a Dante, no pierdo nada”.

Era enero de 2011. “Me invitaron a su casa en la Ciudad de México, a su departamento, no me acuerdo cómo se llama la colonia, pero yo llegué ahí, con Dante. Y platiqué con él y su esposa me pareció sensacional, Beatriz. Mira, recuerdo que estaba yo sentado y vi libros de Madero. Dije: Me los sembró. Iba yo muy desconfiado. Dije: Me los sembró, éste es Juarista”.

Alfonso Romo Garza es sobrino-nieto de Francisco I. Madero, quien además de ser presidente de México (1911-1913), provenía de una de las familias con más poder económico de este país. Friedrich Katz, profesor de la Universidad de Chicago, describió a los Madero como la familia más rica e influyente de Coahuila. Antes de 1910, por ejemplo, eran los dueños del único horno de fundición en el norte de México que no dependía de la American Smelting and Refining Company.

El abuelo de Romo, escribió Katz, era un terrateniente educado, que se convirtió en figura nacional cuando en 1908 publicó un libro sobre la reelección presidencial. En él señalaba que el problema fundamental de México era el absolutismo y el poder ilimitado concentrado en un solo hombre.

El profesor de la Universidad de Chicago señaló que Madero creía que sólo la introducción de la democracia parlamentaria, un sistema de elecciones libres y la independencia de la prensa y de los juzgados podrían transformar a México en un Estado moderno y democrático. El libro, recuerda Katz, estaba escrito con mucha cautela, aunque de todas formas le reprochaba a Porfirio Díaz las excesivas concesiones hechas a los extranjeros y el haber sido demasiado blando con respecto a los Estados Unidos.

En algún momento, Alfonso Romo se enteró de que Beatriz Gutiérrez Müller estaba escribiendo una novela sobre Madero. Comprendió que los libros no se los sembraron en el departamento de Obrador para ganar simpatía.

“Andrés Manuel me cayó muy bien, por cierto, es un hombre muy sencillo, sensible, inteligente, muy culto. Al final de la plática me dijo: ¿Por qué no me ayudas? Noooo, le dije, cómo te voy a ayudar. Con el plantón de Reforma, y con Bejarano, no, no, no… Imposible. Le dije, tu diagnóstico de México es correcto, tu diagnóstico es muy bueno, pero las medicinas, con esas medicinas no va a llegar el paciente ni a la ambulancia. Así le dije”. Andrés Manuel le respondió: “Estúdialo, velo, luego platicamos”.

Alfonso Romo salió casi convencido, creía que debía ayudarlo. Pero, no estaba seguro, por lo que contrató a varias compañías financieras para investigar a López Obrador, para saber cómo había usado el poder. Se convirtió en un enigma que debía descifrar.

“Le pedí a varios abogados que me informaran cómo ejerció el Estado de Derecho (cuando fue Jefe de Gobierno). Qué pasó con los secuestros, con los robos, y qué estaba pasando con Marcelo (Ebrard, quien ya era Jefe de Gobierno del Distrito Federal) y qué estaba pasando con Peña Nieto (quien era el gobernador saliente del Estado de México), y en el estudio salió Andrés Manuel mejor que todos, por mucho”, asegura el empresario.

Alfonso Romo dice que hizo un análisis, como si fuera a comprar un negocio. No quería llevarse sorpresas, como le pasó después de apoyar a los panistas Vicente Fox y a Felipe Calderón en sus campañas.

“Salió muy bien y desde ahí he tenido una relación muy cercana, lo veo muy seguido, todas las dudas que he tenido y todas las que me ponen en la cabeza todos los días, pues no veo, no lo veo, se me hace un líder social muy congruente, muy austero, muy como es, para bien o para mal. Entonces, por eso estoy con él”.

El martes 24 de enero de 2017, comenzó a circular en redes sociales un mensaje del fundador del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador.  “El renacimiento de México no es tarea de un solo hombre”, escribió en Facebook. Y presentó a Romo como el coordinador de la elaboración del Proyecto de Nación 2018-2024, y a Esteban Moctezuma Barragán, secretario de Gobernación con Ernesto Zedillo y hoy presidente de Fundación Azteca, como el responsable de Desarrollo Social.

Adrián Rodríguez Macedo, un experto que ha acompañado en sus negocios a Alfonso Romo desde hace décadas, fue asignado a Economía y Desarrollo. La jefa delegacional de Tlalpan, Claudia Sheinbaum Pardo, está a cargo de Política y Gobierno, mientras que la escritora Laura Esquivel en Educación y Cultura.

“¡Esto es como los borregos, hay que echarse pa´tras para echar el tope más fuerte! Pero olvídate, no desaparecí, dejé de ser público. Y tuve que vender cosas porque por andar de innovador, ya mero me lleva la ola, esa es la verdad”.

 

“Ya mero me lleva la ola”

El multimillonario mexicano Alfonso Romo revela que a través de Synthetic Genomics está “cultivando” pulmones, corazones, páncreas e hígados en marranos, que podrán ser transplantados en humanos muy pronto, tal vez en tres años, con un riesgo mínimo de rechazo.

Nos dice que Vector Casa de Bolsa, por su parte, sigue en expansión operando en una decena de países y que preside la Universidad Metropolitana de Monterrey. “Decidí construir un grupo privado, menos público, entonces ya no tengo que andar presentándome, ni diciendo qué hago”.

Alfonso Romo tuvo mucha exposición en la década de los 80 y los 90 no por decisión personal, fue porque sus empresas estaban en los mercados y la expansión que comenzó en los negocios de agrobiotecnología no salieron tal como esperaba. “Fue una época muy dinámica, arreglamos, fusionamos, muchos negocios. Era la época que realmente el grupo fue muy espectacular. Yo creo que no hemos perdido lo dinámico, pero hicimos compras espectaculares, había mucho ruido”.

Cuando enfrentaron problemas financieros y tuvieron que vender activos muy buenos, para poder honrar lo que tenían que honrar, también hicieron mucho ruido en todo el mundo.

Por ejemplo, The Wall Street Journal informaba en junio de 2001: “ En un intento de salir de una deuda agobiante, el empresario mexicano Alfonso Romodecidió el lunes abandonar la aseguradora Seguros Comercial América, al vender su participación mayoritaria al coloso financiero holandés ING Groep NV por 791 millones de dólares, que ahora tendrá un 90% de la mayor aseguradora de México. Los fondos se destinarán a pagar los casi 1,000 millones de dólares que debe el consorcio de Romo, Savia, enlistada en la Bolsa de Nueva York”.

Romo dice que siempre dio la cara y siempre respondió por sus actos.

“Sigo siendo muy activo, quizá no tan espectacular, pero estoy metido en las cosas de tecnología, que son las que me gustan”. Le recordamos que en algún momento se hablaba de él como el hombre que controlaba una de cada cuatro semillas que se sembraban en este mundo, y también se hablaba de su relación con Craig Venter, conocido como el padre del genoma humano y creador de vida sintética. Y de pronto, solo silencios.

“Filosóficamente hablando, yo quise vender los negocios del pasado, esa sí fue una decisión estratégica. Voy a ponerlo simple, vendimos cigarrera La Moderna, para con ese dinero irnos a las tecnologías del futuro. Uno de los ramos que a nosotros nos gustaba es el campo, e hicimos un análisis estratégico para ver en dónde debíamos ubicarnos”.

Se dieron cuenta que en la parte de granos habían llegado tarde, ya estaba Monsanto muy posicionada y adelantada, mientras que DuPont estaba comprando Pioneer. La oportunidad estaba en el área de vegetales.

“Es la gran oportunidad de consolidar bajo Seminis una posición relevante a nivel mundial”, coincidieron al interior de su empresa. “Compramos 13 o 15 compañías en todo el mundo, el primer paso fue haber comprado Asgrow, una de las semilleras más importantes del mundo, luego Petoseed, que estaba muy enfocada a vegetales, y una compañía en Holanda que se llama Royal Sluis, con esta base consolidamos una posición muy fuerte. Asgrow era el tercer fabricante de semillas de maíz y el segundo de soya, se la vendimos a Monsanto, porque no hubiéramos podido competir. Entonces, a cambio de venderles semillas, adquirimos toda la tecnología para aplicarla en vegetales”.

Todas esas compañías de Estados Unidos, Brasil, Corea del Sur, Europa, sumaban investigación de punta sofisticada. Al final, Seminis, empresa que operaba bajo la sombrilla de Savia, equivalía a 600 años de investigación.

“Teníamos 32 centros de investigación en 30 países”, recuerda Romo. “Llegamos a controlar el 30% del mercado mundial de vegetales. Ésta es la historia bonita, dónde está lo complicado…. Hay un mito, de que los ambientalistas me persiguieron, no es cierto, la realidad es que al comprar 17 compañías de investigación, todas tenían programas similares, eso no lo vimos, nos equivocamos, y a la hora de fusionar tuvimos que tirar a la basura casi 40% de programas de investigación porque se duplicaban. Y lo tuvimos que llevar a resultados. Entonces se creó todo este mito de que nos habían atacado por la biotecnología. Yo no tenía ningún producto genéticamente modificado. Los que los tenían eran los de los granos, el maíz y la soya. Los vegetales nunca hemos tenido. Pero ese mito… nunca pude convencer a la gente que yo no estaba metido en los organismos genénicamente modificados. Teníamos muy buenas variaciones genéticas, pero ahí se vino el mito, se vino la guerra contra la biotecnología, nos arrastró a nosostros y bueno, es la historia”.

Escuchar ahora mencionar Grupo Pulsar, Savia, Seminis, Tabamex, Grupo Monterrey, suena como recuerdos de mejores tiempos. ¿Nostalgia? Para nada.

“Realmente fue una historia de éxito, no es cierto que nos fue mal, pero esa es la imagen, pero no he podido convencer a nadie, pero la realidad es que fue un éxito. De ahí soy privado, todo el grupo es privado. Para terminar con la agricultura, qué tengo ahorita, una posición envidiable, única, en cultivos tropicales. Seminis estaba orientada al mercado de semillas: tomate, berenjena, lechuga, todo lo del mundo occidental. Pero nunca ha habido tanta investigación en los cultivos tropicales. Tenemos un centro de investigación que tiene más de 25 años, en Chiapas. Otro en Estados Unidos, muy cerca de Cornell. Y aquí estamos haciendo investigación para aumentar la productividad de los cultivos tropicales (café, cacao, hule, agave…)”.

Hoy, por ejemplo, con una asociación que tienen con Nestlé, cambiaron el perfil genético de la planta del café, escaso en todo el mundo, y han incrementado 350% el rendimiento por hectárea. Es decir, de dos toneladas por hectárea, a siete.

“Pensamos que si cambiamos el perfil genético del café estamos sembrando riqueza, cambiamos el perfil económico de miles de campesinos. Así lo queremos hacer con el cacao, es una vergüenza que México no tenga investigación, cuando México es centro de origen del cacao”.

El impacto, dice, es en las zonas más pobres del mundo. “Esa es la historia, pero como es privada, no sabemos mucho, saben los que deben saber”, reitera.

 

Siembra órganos en marranos

Esta historia nunca la ha contado. Alfonso Romo recuerda que acababa de vender Seminis al fondo de inversión Fox Paine, estaba en Nueva York y recibió una llamada de su amigo el científico Juan Enriquez Cabot, quien le dijo que quería que conociera a Craig Venter. “Estamos creando una compañía que puede ser única en el mundo, muy innovadora, sé que a ti te gusta todo esto”.

Romo se fue a Washington a conocerlo, comió con Venter, y le cayó muy bien. “En el mundo sabemos descifrar el código genético, le dijo, pero nosotros vamos a escribirlo. Al escribir el código genético, podemos cambiar muchas industrias, e impactar y hacer un bien a la humanidad enorme. Escribir el código genético es crear vida. Yo fui así el primer inversionista de Synthetic Genomics”.

La compañía ha evolucionado mucho. Hicieron, por ejemplo, una alianza estratégica con United Terapeutics.

“Esta compañía está diseñada para producir marranos, para que produzcan órganos para el humano. Estamos hoy produciendo órganos del puerco, para poder trasplantarle al humano y evitar todos los problemas de contrabando. Somos la compañía más avanzada para hacer esto. El reto de Synthetic Genomics es, traes un puerco, un pulmón, y a la hora de que lo implantas en un ser humano, tu cuerpo te lo rechaza. Entonces, nosotros al saber escribir el código genético, cambiamos el perfil genético del humano, lo embonas como un rompecabezas con el del cuerpo, cambias la bioquímica, y estamos a tres años de tener 98% de aceptación de pulmón”.

Reitera que no desapareció, que está haciendo cosas grandes que van a ser mucho más relevantes que todo eso que platicamos de su pasado.

“Pero ese es mi espíritu, hago cosas que nadie se atreve a hacer, soy un empresario, no soy un administrador. No tengo negocios tradicionales para administrar el crecimiento, me gusta romper paradigmas. Ese optimismo nos lleva a cometer errores o muchas veces los proyectos no salen tan rápido como pensamos. Lo que acabo de hablar de Synthetic Genomics lleva 12 años”.

 

La democracia no es para cobardes

El día y a la hora que platicamos con Alfonso Romo en Monterrey, el empresario Carlos Slim ofrece una conferencia de prensa en la Ciudad de México. Las órdenes y amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, suenan en todos los televisores, autos y portales de internet de este país. Amaga con construir un muro entre México y su país, que deberán pagar los mexicanos. Exige renegociar el Tratado de Libre Comercio, pues lo considera injusto. Y amenaza con fuertes impuestos a las empresas que vengan a producir aquí mercancía, que luego quieran vender en el país del norte.

“Es muy interesante, es muy interesante. Déjame no meterme en Trump. Pero vamos a la historia. En los últimos 40 o 50 años, México no se ha preocupado por dos objetivos sencillos, tener independencia alimenticia ni energética. Importamos 60, 50% del maíz, 90% de la soya, 80 o 75% del frijol, no me importa, arroz… 60% de las gasolinas, tenemos tres días de inventarios de gasolinas, qué hicimos. No hicimos la tarea. El sistema bancario mexicano, 70% es extranjero. Siderúrgica, las cementeras. ¿De qué somos dueños? ¿Qué hemos hecho? Me incluyo, yo vendí los seguros, porque tenía un problema económico, no fue un problema de decisión filosófica. ¿Hemos sido patriotas? ¿Hemos sido realmente mexicanos, mexicanos?”

Agrega que las refinerías no son negocio, pero estratégicamente son importantes. “Muchas cosas no son negocio, son de visión, de visión de país. Hoy, nunca pensamos que íbamos a tener un señor Trump. ¿Hoy cuál es el poder de negociación de México? ¿Cuál es el poder de negociación de México? Uno, tenemos muchos lazos con ellos. Los nudos no se destruyen. Hay que dejar que esto pase, esto va a salir bien, yo soy de los optimistas. Hay que ser inteligentes, no hay que andar con bravuconadas, hay que ser firmes nada más. Yo he negociado muchas cosas en la vida, el dicho mexicano es muy sabio: Hay que jalar la carreta para que los melones se acomoden solos”.

Le recordamos que esto parece englobarse en el encargo que tiene en las manos, pensar en un nuevo proyecto de nación. Y que esta situación parece que favorece a Andrés Manuel López Obrador en su camino hacia la presidencia de México.

“Él fue muy claro, me dijo, voy a publicar un libro, tengo algunas ideas, no estoy cerrado, y me nombró coordinador”, e incluyó a Sheinbaum, Rodríguez, Esquivel y Moctezuma en su equipo. Le pidió incorporar más gente. “Replantear cómo podemos realmente sembrar confianza en todos los Méxicos. Necesitamos sembrar confianza en todos los México. No cabe duda que la agenda social es muy importante, pero está muy atada al desarrollo agrícola y al desarrollo regional. Vamos a darle toda la seguridad a las industrias tradicionales para que sigan floreciendo”.

En la parte económica, dice que será una oficina como un centro de logística. Van a contactar y a traer especialistas, representantes de las diferentes cámaras, para ver qué necesitan y poner las condiciones adecuadas para tener un crecimiento sin precedente.

“En pocas palabras, lo que yo acordé con Andrés y con el equipo fue: vamos a hacer que México sea un paraíso de la inversión”.

Para ser un paraíso de la inversión, dice que necesitan no arrastrar deuda, bajar el déficit, la independencia del Banco de México, reasignar el gasto, hacer un gobierno eficiente. En lo micro, saber qué necesita la industria zapatera, por decir algo, para tener una posición competitiva.

Se necesita un sistema financiero acorde con las necesidades de este país, agrega. “Vamos a cuestionar las regulaciones de este país, qué tanto podemos desregular para que haya suficiente gasolina, para que la pequeña y mediana empresa tenga gasolina barata. Qué tenemos que hacer para que el sistema financiero abrace un programa de una expansión económica. No puede haber solamente beneficios fiscales, sin que la banca de desarrollo esté adecuándose al futuro”.

En pocas palabras, dice, la verdadera reforma fiscal es cuando un joven levanta la mano con una buena idea y le fluye capital. “Hoy no existe esto, si lo llegamos a hacer, vamos a cambiar el ánimo de los mexicanos. Y déjame decirte, si logramos poner esto en el marco de confianza, vamos a actuar nosotros como un buen agricultor, vamos a poner las condiciones adecuadas, que es la confianza, para que las flores crezcan solas”.

Dice que hoy se necesitan tres millones de empresarios invirtiendo, no 20 grupos grandes.

“Eso es lo que me empata con Andrés Manuel López Obrador, sustentarlo, con bases sólidas, sin loqueras, y crear una corriente nueva. Abolir la corrupción, pero también cambiar el perfil industrial de México”.

En 2012, le recordamos, escribió una carta, en la que decía que la democracia no es para cobardes: “Me seguiré manifestando frente a la indiferencia y mediocridad. No tengo duda que siempre será más cómodo platicar de democracia que luchar por ella y siempre resultará más conveniente acomodarse del lado del ganador”.

–¿Por qué se atreve a hacer todo esto y a jugarsela así?–, le pregunta el reportero.

–No lo veo como que me la estoy jugando, yo creo que es una responsabilidad. No lo veo así.

–Porque los empresarios en México tienden a ser como… cómodos para el gobierno, y usted resultaría incómodo para el contexto…

–Nunca lo he hecho por eso, no me interesa posicionarme como incómodo, ni posicionarme más allá de mi responsabilidad. Así como con Fox veía que era importante un cambio democrático, hoy creo que en México se ha abandonado la agenda social. Nos hemos preocupado mucho por un crecimiento económico, pero no por un desarrollo económico. Hay zonas, hay regiones, muy abandonadas.

Dice que ya no concibe a México maquilando autopartes, hay que estar en las nuevas industrias y reinventar el país.

–En su carta usted menciona que la democracia no es para cobardes…

–Y la democracia es una responsabilidad. No es votar por votar, es hacer un análisis juicioso, por quién voy a votar y por qué. Los ciudadanos tienen que ser muy conscientes de la responsabilidad que adquieren cuando eligen un gobierno. Tenemos 100 años de equivocarnos. En general el resultado del país no es lo que hubiéramos pensado hace 50 años.

–Con estas acciones, juntarse con López Obrador para trabajar, ¿No ofende a esos cobardes?

–No, fíjate que no. Mira, yo no catalogaría cobardes o no. Y déjame ponerlo en un contexto de empresario. Si tú analizas el perfil industrial de México, los grandes grupos de México hoy son industrias que hace 100 años fundaron sus abuelos o bisabuelos. La cervecería, no había cerveza, se aventaron. No había siderúrgicas, nos aventamos. Las mineras siempre han existido. Los refrescos… Los grandes grupos de México siguen siendo las industrias del pasado: somos conservadores, hasta pa´los negocios (…) No les gusta el cambio, ni en lo político, ni en los negocios, por eso el perfil industrial de México es el mismo, si tu analizas las 20 compañías de Estados Unidos hace 50 años y las comparas con las de hoy, son otras. Y aquí son las mismas, refresqueras, comerciales y concesiones de gobierno. No tengo nada en contra de ellas, pero no hemos reinventado a México, ni hemos acabado con la pobreza ni hemos hecho política pública para tener, en lugar de 50 millones de pobres, 20 millones.

–¿No son cobardes?

–Somos conservadores, no tanto cobardes, conservadorsísimos… Es muy cómodo ser maquilador, es muy difícil reinventar, a mí ya mero me lleva la corriente por andar de innovador, ése es el precio, no todo el mundo está dispuesto. A mí quizá se me pasó la mano. (Revista Forbes)

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