Firma: El Glifo Maya QR
Título: ¡Que alguien ayude a Martínez Arcila!
So pretexto de buscar el interés del pueblo, la XV Legislatura, encabezada por Eduardo Martínez Arcila, demuestra de buenas a primeras, su falta de oficio político e incluso el desconocimiento del marco normativo del Congreso del Estado de Quintana Roo.
Lo anterior se vio evidenciado el pasado martes, cuando en un acto por demás bochornoso, el Diputado Presidente de la Gran Comisión, informó que las comparecencias correspondientes a las Secretarías de Educación, de Turismo y de Desarrollo Social, se cancelaban en virtud del nombramiento de los nuevos titulares de la administración estatal.
¡Por Dios!, si ni siquiera debieron haber aprobado dichas comparecencias! Qué no sabían que los nombramientos serían inmediatos? Engañado por sus colaboradores o en pleno desconocimiento de la ley, el Diputado Martínez Arcila, se ha pretendido mostrar como el ejecutor de medidas y sanciones en contra de los funcionarios Borgistas, cuando eso no es siquiera su facultad. Incluso, aprobaron los Diputados un acuerdo erróneamente fundado en artículos inexistentes y orgullosamente firmado por el.
Martínez Arcila aún no se quita la camiseta de Presidente Estatal del PAN para entender que como Presidente de Gran Comisión, su labor es política, y en política del primer nivel que pretende practicar, hay que tener estatura, hay que tener tamaños.
O pretende ser Secretario de la Función Pública, o nadie le ha informado al señor Diputado Presidente, que la facultad investigadora y sancionadora compete al Poder Ejecutivo. Quizá nadie le haya explicado, que la Auditoría Superior del Estado está obligada a hacer las observaciones a las cuentas públicas que en su momento se presenten, pero que no puede demostrar el representante del Congreso del Estado, un talante vengativo y revanchista, recomendando a los funcionarios ahí presentes, la contratación de buenos abogados. Pues que acaso cambió de legislador a justiciero?
Es claro que muchos de los funcionarios Borgistas son responsables de desvíos, acciones ilegales o hasta omisiones, pero no puede ser la voz autorizada del Congreso la que quiera cobrar venganza en nombre de los quintanarroenses. Lejos de ser o no su facultad, atrae los reflectores y la mirada de un pueblo ávido de un ajuste de cuentas y de una guillotina, donde, si sigue errando de esa manera, muy pronto le tocará poner la cabeza.