Uno corre tras la liebre y otro es el que la alcanza. Es el caso del equipo de transición, en el que coordinadores y enlaces domiciliados en el norte del estado muestran la realidad de su óptica de la politica y de la entidad: cada día buscan pretextos y excusas para delegar en la gente del Sur los compromisos que contrajeron como miembros del equipo de transición. Vivir en el glamour turístico, cuidar sus negocios y ocupar un puesto político es compatible y posible, para eso hay que hacer lo de todos los días: contratar un empleado o reclutarlo con promesas de un empleo secundario, porque lo suyo es la primacía que corresponde a su clase. Que en el Sur se ganó la eleccion, y para colmo se perdió en el norte, no importa. Finalmente para eso está la raza, para eso está la burocracia ociosa e improductiva del Sur, esa gente que cobra un sueldo gracias al turismo y a las inversiones del norte. Claro, el norte es el de los subsidios, el de las exenciones, el de las grandes inversiones federales y estatales; el de los impuestos para la promoción de las inversiones privadas. El Sur es el de las migajas.
Carlos Joaquín quizá todavía no lo nota, y ojalá no lo note cuando ya sea demasiado tarde: hay un creciente malestar entre los líderes de los numerosos grupos de activismo político y electoral que lo llevaron al triunfo. Y es entendible ése malestar, la molestia, el coraje que empieza a salir de lo privado para hacerse ver: primero vieron estupefactos que los enlaces del equipo de transición eran mayoría aplastante los que tienen domicilio en la Zona Norte y muchos otros foráneos recién llegados a Quintana Roo que se colgaron de Carlos Joaquín González.
Creyeron los ninguneados del Sur que en el transcurso de la transición serían llamados a participar, tomados en cuenta en las labores técnicas de la recepción. Pero nada. Sólo han visto la zanahoria de lejos. Y lo que observan es que el gabinete que se avecina tendrá la misma tendencia que el equipo de transición: foráneos recién llegados que muestran abiertamente su desprecio por la gente de Quintana Roo en general, que se sienten descubridores del agua tibia y asumen que vienen a enseñarle a trabajar en la administración pública a cavernarios con taparrabo. En realidad vienen, ya lo hemos visto en otras ocasiones, a hacer negocios en y desde el gobierno; vienen a cobrarse al mil por ciento los pesos que ellos o sus jefes o los grandes empresarios que representan pusieron para la campaña. Para ellos y sus amigos o representados serán los contratos para las grandes obras públicas y para proveer al gobierno del estado. Ya sufrió Quintana Roo gente así en el gobierno de Joaquín Hendricks, ahora convertido, según se ve, en gurú de Carlos Joaquín.
En cuanto a los domiciliados en el Norte, simplemente han tenido siempre un profundo menosprecio por los del Sur. Para ellos una vez pasando Tulum, todo lo demás son pueblos bicicleteros.
Cuidado! La gente del Sur ya sintió el tamaño de su fuerza y presencia. Ya sabe de lo que es capaz. Y le gustó. No permitirá más ninguneos, ofensas o menosprecios. Trabajó intensamente para un cambio, para sacar del poder público y político a un grupo que se creyó omnipotente. No quiere ver en los cargos públicos a los mismos de los últimos años ni que pase lo mismo de siempre: que les toquen las migajas.