Textos y Contextos
¿Qué sientes al ver el medallero mexicano?
Por: Miguel Alejandro Rivera
¿Qué sientes al ver las casi treinta medallas olímpicas que cuelgan del cuello de Michael Phelps? ¿Sientes emoción, orgullo, motivación, o como mexicano, te sientes triste porque un solo hombre supera todas las medallas de oro que tu país ha podido ganar en la historia de los Juegos Olímpicos (13 de México por 23 del norteamericano)?
¿Qué deberíamos sentir como nación al ver el medallero de Río de Janeiro, en el cual México aún no logra nada? ¿Tristeza, rabia, impotencia, indiferencia? Al final de cuentas, ¿no esos deportistas que representan a nuestro país son simplemente historias personales de humanos que decidieron dedicar su vida al deporte y no a darle gusto a más de 120 millones de personas?
Michael Phelps es un fenómeno que ha superado en Brasil un récord de victorias individuales que data de hace más de 2 mil años, perteneciente a Leonidas de Rodas. El “Tiburón de Baltimore”, no tiene comparación, y es atractivo ver las carreras en las cuales participa; sin embargo, detrás de su espectacularidad hay muchos factores, tatos como los que soportan la mediocre actuación de México.
El comité Olímpico de los Estados Unidos, con sede en Colorado, surgió después de los Juegos de Los Ángeles 1984. Su función es asistir en la búsqueda de oportunidades para que todo estadounidense pueda participar en los deportes, sin importar género, raza, edad, localidad geográfica o capacidad física. Además, las universidades norteamericanas tienen una cultura del deporte en la que los estudiantes pueden practicar alguna disciplina de manera casi profesional a la par de sus estudios.
Se calcula que en Estados Unidos, las universidades invierten unos 30 mil dólares anuales en cada estudiante-deportista; en México, la inversión pública más alta por estudiante que no practica ningún deporte es la que la UNAM hace en un alumno de zootecnia, la cual asciende a 12 mil 500 dólares; es decir, ni la carrera que requiere más inversión del Estado mexicano por estudiante supera la inversión que en EU se hace por un deportista amateur.
Pese a que México es, después de Brasil, el país que registra más inversión en deporte de América Latina, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, ésta se redujo aproximadamente a la mitad, luego de que en 2013, la inversión ascendió a 464 millones de dólares, y para este año sólo fueron 233 mdd (esto según Forbes).
Detrás de los logros de Phelps también hay una alimentación de 12 mil calorías diarias y una genética impresionante que sólo unos cuantos han podido superar: no podemos seguir pensando que las Olimpiadas son competencias justas, pues desde la genética hay ventajas y desventajas.
Por eso en Río de Janeiro, el medallero está dominado por Estados Unidos, China, Reino Unido, Alemania y Japón, países que priorizan un desarrollo integral de su población, que tienen un proyecto deportivo a largo plazo y que además, tienen genes adecuados para diversas competencias.
Incluso, los triunfos constantes de personajes como Usain Bolt y otros velocistas jamaicanos, atienden a que las autoridades del país caribeño detectaron que su fortaleza era el atletismo y ahí fue donde focalizaron mayores esfuerzos deportivos: genética y proyecto se unen en Jamaica para demostrarnos que el deporte es una cuestión integral de muchos factores sociales.
En nuestro país, es difícil observar metas a largo plazo y muchos de los deportistas olímpicos nacionales se quejan de las instituciones mexicanas, las cuales no invierten en instalaciones adecuadas, ni en los propios deportistas.
El sentimiento que debiéramos tener al ver el medallero de México vacío, es el de saber que eso es lo que hemos cosechado; tendríamos que ver los Juegos Olímpicos como un espectáculo, en el cual, una gimnasta como Alexa Moreno, que luce como una mexicana real, demuestra sus habilidades y su destreza, sin que su anatomía tenga que asemejarse a la de una mujer china o rumana.
Bien por los mexicanos que andan en Brasil aunque no se cuelguen ninguna medalla, ya mucho hacen compitiendo contra monstruos cuya genética e inversión de Estado les favorece.
Desde luego una cordial felicitación a todos los participantes representantes de nuestro País, con el simple hecho de presentarse a competir conocedores de sus capacidades, pero poniendo todo el coraje y amor propio en cada oportunidad de ejecutar lo correspondiente a su especialidad, teniendo en mente GANAR, GANAR, GANAR, hasta el final y amargo despertar, felicidades hermanos y un fraterno abrazo por su espíritu combativo, algún día todo cambiará para mejor.